Fotos: Rodrigo Gavidia Plasencia
Lamentablemente, en sus inicios
Julisa fue un poco discriminada por la tonta idea machista de que "las mujeres no pueden jugar fútbol". Desde el colegio Inmaculado -el cual quedaba a pocas cuadras de su casa- era la única mujer que disfrutaba jugando al deporte rey. Según nos cuenta Julisa, junto a sus compañeros hacían una pelota
de papel con cinta scotch y jugaban fútbol. Debido a esto, la directora llamaba a su abuelita para que le llame la atención a Julisa y no la dejara jugar "porque decía que ella no era hombrecito".
Ella jugaba fútbol en su barrio con todos los niños, sin embargo, debido a su gran insistencia, sus padres la llevaron a Cantolao. A pesar de que no jugaba mucho -debido a que el equipo era de varones y ella era la única mujer- es en esta academia donde inicia su carrera como futbolista, aproximadamente en 2003.
Video: Pasión Femenina
El gran cambio
El colegio San Agustín -al ver el
gran talento que tenía Julisa- la becó para que estudie y pueda formar parte del equipo del fútbol femenino del colegio. El primer
torneo exclusivo de mujeres que jugó Julisa fue el ADECORE (Asociación de
Colegios Religiosos).
Una pasión blanquirroja
Todo esfuerzo cosecha una
recompensa, y fue lo que a Julisa le sucedió. Después de un partido de play-offs
interescolar -que incluso fue televisado- el gran Jaime Duarte se comunica con
ella. Ese dominio del balón, visión de juego y dedicación hacia el
deporte, hicieron que a Julisa la convoquen para la Selección Peruana de Fútbol Femenino, donde ha jugado en las siguientes categorías:
Por la sangre de Julisa recorre
el talento de futbolista, ya que su bisabuelo paterno fue el gran Domingo
García, jugador de Alianza Lima en la época del famoso Rodillo Negro. Su bisabuelo
Domingo fue parte de la Selección Peruana que participó en el mundial de
Uruguay 1930 y también parte del equipo aliancista que fue campeón -junto con
Alejandro Villanueva- en los años 1928, 1929, 1931, 1932 y 1933 (sin contar el de 1934 que aún está en disputa).
Con ese talento en la sangre, es inevitable jugar tan bien como lo hace Julisa.
Samir Mendoza y Jaime Duarte fueron muy importante en la vida de Julisa, son como sus segundos padres. La apoyaron en todo momento, la alejaron de los peligros en el fútbol e hicieron -con sus consejos- una gran jugadora como lo vemos ahora.
Ella jugaba fútbol en su barrio con todos los niños, sin embargo, debido a su gran insistencia, sus padres la llevaron a Cantolao. A pesar de que no jugaba mucho -debido a que el equipo era de varones y ella era la única mujer- es en esta academia donde inicia su carrera como futbolista, aproximadamente en 2003.
Según nos cuenta su mamá, Julisa jugaba la Copa de la Amistad, sin embargo, en el torneo AFIM la ponían sólo 15 o 20 minutos por precaución a golpes o heridas, ya que solo jugaba con hombres. Era tanta la pasión de Julisa, que lloraba mucho hasta cuando jugaba en el segundo puesto: ella quería ser titular.
El gran cambio
Colegio San Agustín - Lima |
Es en este colegio donde Julisa aprendió a organizar y coordinar sus horarios. Esto debido a que pasaba prácticamente todo el día en el colegio y
debía organizarse para estudiar, entrenar en la selección (tres días a la semana),
entrenar para el colegio, realizar los refuerzos y asesorías en el colegio y
sus tareas cuando llegaba a su hogar.
Le daban permisos para poder
entrenar con la selección e incluso hasta almorzaba en el colegio. Ojalá muchos de los colegios, instituciones educativas y deportivas, brinden los mismos apoyos a los
deportistas en general para poder tener nuevos y más valores en el deporte
nacional.
Una pasión blanquirroja
Selección femenina 2013 |
- - Sub 17
- - Sub 20
- - Mayores
Como era de esperar, esta fue la alegría más grande que pudo recibir su madre: todo el esfuerzo -tanto de ella como de su hija- estaba rindiendo los frutos que soñó.
Ingeniera íntima
Es muy extraño escuchar que un
futbolista -aparte de ser futbolista- es también licenciado en alguna carrera; y
más si son carreras que, según los estereotipos, son para personas con una
inteligencia resaltada.
En una charla vocacional -acompañando a su tío- se enteró de la carrera de Ingeniería Naval e investigando se dio cuenta que
eso era lo que ella quería. Le gustaron los proyectos,
arquitectura y diseño que trae esta carrera. Así como
dicen "el ingeniero Pellegrini", tal vez escucharemos en un futuro "la ingeniera
Velásquez".
El número “8”
Aunque en el Sub-17 -en el 2009- ella tenía la 17, fue en el último Sudamericano Sub-20 donde el utilero le dio
ese número; no se sabe si por alguna razón en especial, pero le quedó muy bien. Hasta la actualidad usa este número en la espalda.
Con el número “8” logró ser la
mejor jugadora del Campeonato Sudamericano Sub-20 realizado en Sao Paulo. Según nos dice Julisa, hasta hoy usa ese número por las alegrías que a obtenido mientras lo ha tenido.
Tanto talento viene de familia
Foto: Rodrigo Gavidia Plasencia |
Con ese talento en la sangre, es inevitable jugar tan bien como lo hace Julisa.
El apoyo familiar
La señora Flor de María Sullón Mogollón,
su madre, es su mejor amiga y fue su compañera día a día, como textualmente lo dice "todo lo mío le di a ella”. Si Julisa
tenía entrenamiento, ella se iba con su hija. Le dio todas las oportunidades, incluso se iban hasta Lurín desde temprano y regresaban a las seis de la
tarde, todo por ver feliz a su pequeña. Una frase a enmarcar fue: “Julisa para nosotros es como una diosa, sin plata, pero es nuestra diosa”
Julisa también contó con el
apoyo de su padre Edmundo Velásquez Mogollón, quien lamentablemente por motivos de trabajo no la podía acompañar como su madre; sin embargo, el fue su 'entrenador criticón', el que en la actualidad dice que "su hijita ya esta jugando mejor".
En el caso de sus hermanas, desde pequeñas tuvieron un poco de celos hacia ella, ya que todos le dedicaban muchísimo tiempo a Julisa y a veces las dejaban de lado. Sin embargo, la lesión de Julisa las unió más: estuvieron los 7 meses de la rehabilitación apoyándola.
En el caso de sus hermanas, desde pequeñas tuvieron un poco de celos hacia ella, ya que todos le dedicaban muchísimo tiempo a Julisa y a veces las dejaban de lado. Sin embargo, la lesión de Julisa las unió más: estuvieron los 7 meses de la rehabilitación apoyándola.
Julisa nos contó que Shirley, su hermana, le abría la ventana para que se escape a jugar fútbol y luego la volvía a abrir cerca de la medianoche -previa llamada de Julisa con una piedrita- para poder ingresar a
su casa.
La lesión que pudo cambiar su
carrera
Todo gran logro tiene momentos
difíciles y a Julisa le sucedió uno muy grande. Fue en un partido de
práctica con la selección, poco antes de salir de viaje. Ella jugaba de
delantera y, en una jugada dividida, impactó con la arquera y tuvo una fractura de tibia con peroné (lesión muy
peligrosa para un futbolista).
La operó el doctor de la selección mayor, Julio Segura. Hizo su rehabilitación con Blas -kinesiólogo
de la selección- y cuando Alianza la llamó, continuó con su rehabilitación en el club victoriano, en donde recibió el alta médica meses después.
Llegada al equipo de sus amores
Muchos pensaban que Julisa no
volvería a jugar después de su lesión, pero el año pasado Samir Mendoza (técnico actual
de Alianza Lima y alguien muy importante en la vida de Julissa) la llamó para
integrar el equipo. Julisa aceptó debido a que deseaba jugar nuevamente
después de su lesión. Que mejor que hacerlo en el equipo del cual ella es
hincha y además, de esta manera podía continuar con el ciclo de sus familiares que jugaron en el
equipo blanquiazul.
El barrio
Su barrio, Ciudad del Pescador, pudo ver los primeros pasos de esta gran jugadora que ahora sobresale en el
fútbol femenino. Los vecinos siempre la apoyaron, como el señor Alejandro Paiva
y su nieto. Este barrio es conocido porque siempre ha aportado talentos al
fútbol peruano y Julisa no es la excepción.
Podemos ver que en este lugar, Julisa no es el único gran valor del fútbol. Su gran amigo de infancia, Anthony
Saavedra, está en las divisiones menores del club Alianza Lima y apunta a ser un
gran baluarte del equipo íntimo. Esperemos que Ciudad del Pescador siga sacando
valores para nuestro fútbol peruano.
Sus entrenadores
Samir Mendoza y Jaime Duarte fueron muy importante en la vida de Julisa, son como sus segundos padres. La apoyaron en todo momento, la alejaron de los peligros en el fútbol e hicieron -con sus consejos- una gran jugadora como lo vemos ahora.
Samir Mendoza estuvo con ella en
el equipo de Surco, siempre estuvo pendiente de Julisa y la convenció para
conformar el nuevo proyecto de Alianza Lima.
Jaime Duarte fue el veedor que
llamó a Julisa a la selección y aun sigue en contacto con ella, siendo
entrenador de la reserva de Alianza se cruzan mucho en Matute.
Esperemos que -así como a Julisa- más padres, colegios e instituciones apoyen al deporte en general y en especial al fútbol femenino. Recordemos que no sólo los hombres juegan al fútbol, invirtamos en las mujeres que tienen gran capacidad para este deporte y que tal vez puedan darnos más logros que los varones.
Esperemos que -así como a Julisa- más padres, colegios e instituciones apoyen al deporte en general y en especial al fútbol femenino. Recordemos que no sólo los hombres juegan al fútbol, invirtamos en las mujeres que tienen gran capacidad para este deporte y que tal vez puedan darnos más logros que los varones.